Si, eso es lo que pensé.
Me explico:
Acababa de ducharme e iba a secarme el cabello con el secador. Pero antes cogí mi bote de acondicionador bifasico.
Lo agitė bien y pulsé por el lado que no debí. Y claro, se me manchó el espejo.
—La he liado. —Pensé.
Cogí un trapo de limpiar cristales y con cuidado intenté secarlo.
—Oh, qué bien me está quedando.
Y claro, acabé limpiando el espejo entero.
Me quedó espectacular.
Quién lo diría...
Hay productos que son creados para un determinado fin, pero...
Eso no quita de que puedan tener otras utilidades.
Al ver el resultado me atreví a pasar el trapo por los grifos y...
—Ole, qué relucientes.
No, no es ficción.
Es cierto.
Verónica O.M.